08 septiembre 2008

¿Tiene límites la estupidez?

Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano. Frederich von Schiller.

No tenía ningún deseo de volver a plasmar en estas páginas texto alguno que dejara entrever la decepción que, el incomprensible comportamiento de una mayoría de mis compatriotas, viene provocando en mi estado de ánimo.
Les aseguro que estaba dispuesto, definitivamente, a abandonar las “armas literarias” con las que todos estos años he venido en defender la presumible inteligencia de los españoles, frente al abuso de sus “dirigentes”. Sean estos de la adscripción, o tendencia social que sean.
Soy consciente de que hay momentos en que el devenir de los acontecimientos hace inevitable determinadas situaciones de compleja solución. Pero lo que parece determinantemente estúpido es la facilidad, la maestría que demostramos los indígenas de la maltratada piel de toro para crear/aceptar problemas donde no los había.
Ignoro si las razones son endémicamente inevitables. Si estas se encuentran en lo más profundo de las raíces de nuestra raza, o es, quizás, justamente lo contrario, la terrible mezcla de la que estamos forjados la que hace que nuestro comportamiento sea tan diferente al de el resto de los europeos, por poner un ejemplo cercano.
Bastaría con darse una vuelta por la Europa más convencional, para que el españolito de a pie, simplemente observando las infraestructuras y arquitectura de las ciudades más populares, pudiera deducir donde se forjan la mayoría de esas grandes diferencias de personalidad, de carácter y económicas. En ellas podrán comprobar como una gran parte de lo creado, en algunos casos hace cientos de años, se utilizan, mejorado puntualmente, de manera habitual y permanece inalterable en el tiempo, sin que ello implique menoscabo de la calidad de vida.
De manera que, entre otros muchos ejemplos, ello conlleva un elevado nivel de vida, siempre por encima de la media española, al no tener los elevados costos que la peculiar manera de vivir los españoles, con una constante evolución y transformación de nuestro medio, en demasiadas ocasiones innecesaria, , nos imponemos.
Con esa innecesaria intención de estar en la vanguardia de la “progresía”, no confundir con el progreso, las interminables barrabasadas realizadas por el “señor” Rodríguez Zapatero, con la inestimable colaboración de sus diferentes ejecutivos; aderezadas por las “garzonadas” de incalificables personajes como el “señor” Garzón, ha conseguido perturbar de manera seria los cerebros del español bienpensante, logrando que este ya no entienda nada. O, lo que es peor, lo entienda como lo que realmente es: una burda estafa a los votantes y un deplorable atentado a las inteligencia de los españoles.
Desde que el inquilino de la Moncloa alcanzó el poder en circunstancias nada aclaradas, no ha dejado de mentir ni engañar- a quién así se lo ha permitido, naturalmente- en ningún momento. Por no irnos demasiado lejos con los innumerables embustes y engaños realizados por el “lobby” del “señor” Rodríguez Zapatero, baste recordar alguno de los últimos: la absoluta negación, traspasando los límites de la irresponsabilidad, de una crisis económica a todas luces manifiesta, que se agrava por momentos.
Y ante esa disyuntiva, como siempre, para intentar ocultar, que no resolver o hacer desaparecer el problema, las burdas maniobras hartamente conocidas: levantar expectación, inquietud y polémica en la opinión pública, con asuntos trasnochados o inoportunos que en nada interesan al común de los españoles. Entre estos últimos: desenterrar a los muertos de la Guerra Civil, con el inestimable apoyo, una vez más, de su “señoría” el juez Garzón; iniciar de nuevo la polémica sobre el aborto, o sobre la controvertida eutanasia.
Cualquier cosa es valida, salvo gobernar, aquí y ahora, para tratar de solventar los innumerables problemas que afectan a la sociedad española.
De manera que comprenderán que no pueda sentirme demasiado orgulloso de la capacidad de reflexión de una gran mayoría de mis compatriotas, quienes conocedores de la situación y pese a todo lo vivido durante los pasados cuatro años de constantes mentiras y engaños del “desgobierno” del “señor” Rodríguez Zapatero, lo volvieron a elegir en las pasadas elecciones. (¿)
En cuanto al ínclito “señor” Rodríguez Zapatero, si es que le queda algo de pudor en su catálogo de principios, rogarle encarecidamente que deje de desenterrar viejos y caducos asuntos, felizmente olvidados por la mayoría de los españoles, muertos de toda clase y condición incluidos, y gobierne, si es que es capaz, que lo dudo, para los vivos.
Felipe Cantos, escritor.