05 noviembre 2009

Las nefastas decisiones de un loco iluminado.


Quien conoce a los otros es sabio. Quien se conoce a si mismo es iluminado. Lao Tse.

En más de una ocasión he lamentado en mi vida, evacuando toda la bilis que las más bajas pasiones provocan, no poder desahogarme en procaces insultos contra aquel/aquellos merecedores de tal trato. Lamentablemente, no siempre es posible traspasar las líneas rojas marcadas por las más elementales normas de educación.
Pero, como diría un gallego: ¡Qué carallo! ¿Acaso el sujeto en cuestión, conocido popularmente como zp - más parece el apodo de un loco superhéroe de comic underground – no lleva más de cinco años tocándonos… las narices?
¿Acaso, este sujeto, carente del más mínimo bagaje cultural e indigente intelectual donde los haya, no ha traspasado sin el menor pudor y como único objetivo el aferrarse a ese poder al que, desafortunadamente, llegó en circunstancias nunca bien aclaradas? En su trayectoria como presidente del gobierno de España ha transgredido todos los límites existentes en el más elemental decálogo del buen gobernante: viola la Constitución; se pone la Justicia por montera; se burla de la Economía; negocia con terroristas; manipula la Historia; compadrea con dictadores populistas de toda calaña; se asocia con el siempre peligroso e inconformista nacionalismo; ataca los pilares de una cultura bilenaria, que si bien, como todas , no es perfecta, es en la que se hunden profundamente nuestras raíces; da pábulo a la normalización desnortada de costumbres y tendencias “sociales” cuyas prácticas deberían ser seriamente analizadas por la perniciosidad que comportan. Y, así, conformaríamos una interminable lista de despropósitos cometidos por este sujeto, desde que llegara al poder.
Su encarnizada actual batalla contra la verdad – santo y seña de su verdadera personalidad – tratando de negar, sino de desvirtuar, una crisis que en pocos meses ha arrasado la economía española, arrastrándola a cotas de drama nacional, lo convierte de facto en el personaje más deplorable que se pueda recordar en nuestra reciente historia de España: déficit público creciendo de manera imparable; desempleo aumentando hasta cotas del 25%, que ni el mismísimo Felipe González, en sus “mejores” momentos hubiera sido capaz de superar; balanza comercial desnivelada dramáticamente; producción industrial, producto interior bruto y renta “per cápita” en franca y alarmante recesión. En fin, de continuar con la relación de males aportados por el inefable zp, precisaríamos de mucho más espacio del que esta columna puede albergar.
Lo único que recomienda este escritor, convertido en improvisado columnista económico, por mor de la insostenible situación en todos los frentes de la sociedad española, es rezar para que no se cumplan los más negros pronósticos sobre nuestro país.
Pueden que resulte difícil de creer, pero existen serios riesgos de que España se vea obligada a abandonar la disciplina del Euro; lo que significaría el fulminante empeoramiento de esta, ya de por si, dramática situación. Como principio, baste señalar el calificado de “lastre” con el que, en la más altas instancia de las Instituciones Europeas, se identifica actualmente a España.
Y el problema, harto comprensible en circunstancias normales, no sería el que España, como cualquiera de las naciones pertenecientes a la Unión Europea, se encontrara en dificultades, como consecuencia de la grave crisis por la que, en general, atraviesa el resto de naciones. Es, y sería, por la declarada obstinación de un irresponsable iluminado que no tiene pudor alguno en mantenerse en “el error”, sin otro objetivo que el de perpetuarse en el poder el máximo tiempo posible.
Al inicio de este artículo les decía lo difícil que resultaba controlarse para no entrar de lleno en el terreno de las descalificaciones, sino del exabrupto y del insulto más soez. Incluso contra quienes se dejaron embaucar ¡en dos ocasiones! por este impresentable personaje de opereta macabra.
Al final, hemos de recurrir a nuestro ancestral sentido del humor, tan enquistado en el pueblo llano. De manera que aunque a los que no participamos en la elección de este sujeto para representarnos nos pueda escocer como a los demás, sólo recordarles, a quienes ¡por dos ocasiones! se dejaron engañar por él y hoy, enfangados hasta el cuello se lamentan de su suerte, que se apliquen aquellos dos adagios populares que dicen: “ajo y agua” pues “sarna con gusto no pica”.
No deseo acabar este artículo sin plantearles seriamente lo siguiente. Si un hombre es enjuiciado y sometido a cárcel por cometer un delito, en ocasiones de pequeñas proporciones o, simplemente, por dejar de pagar su hipoteca o deudas personales, debidas a su mala situación económica, incluso, como en este caso, provocadas por un tercero, ¿por qué demonios un sujeto como el aquí analizado puede salir indemne e impoluto después de haber provocado una catástrofe de dimensiones incalculables?
Lo siento, pero a mi no me sirve aquello del pago con la responsabilidad política de costumbre ¿Por qué no existe un sistema justo que permita procesar a quien, bajo su propia responsabilidad, procede de semejante manera?

Felipe Cantos, escritor.