12 marzo 2010

El clan de la ceja y sus “intelectuales de pacotilla”.


La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad… Ramón María del Valle-Inclán.

¿Por qué aceptamos e, incluso, consideramos como intelectuales a quienes abierta, constante y conscientemente infringen las más elementales normas de decencia intelectual?
Las declaraciones sobre la muerte del disidente cubano Orlando Zapata, realizadas por el actor a tiempo parcial y payaso el resto, Willy Toledo, avaladas - ¡faltaría más! - por el clan de la ceja que capitanea con indiscutible estilo fashion el sempiterno muso de la progresía, “Miguelito” Bosé, y de las que con facilidad podría desprenderse que ha sido merecida, ponen al descubierto la calaña de este sujeto y el de la secta que lo cobija.
En multitud de ocasiones me he preguntado dónde está la gracia de personajes como estos cuando de actuar se trata. Ahora, en la interpretación de su mejor personaje - él mismo – descubrimos que tiene aun menos gracia que la que dudamos en concederle en sus trabajos como presumible actor.
Cuestionarse simplemente la autenticidad de las razones que han llevado a la muerte a Orlando Zapata es de una miseria tan grande que ni él mismo – Willy Toledo - sería capaz de expresar en iguales términos, si se hubiera tratado de un asesino múltiple, convicto y confeso, encerrado en el corredor de la muerte de cualquier cárcel.
Su incomprensible sectarismo, de una falta de rigor inadmisible y despreciable, lo colocan, por méritos propios, junto con su secta, en un lugar privilegiado del ranking de las infamias.
Hace algún tiempo, en esta misma sección publicaba otro artículo en el que me preguntaba como era posible que compositores y cantantes con la sensibilidad a flor de piel – a la que indudablemente hemos de concederle grandes dosis de inteligencia - como por ejemplo, Víctor Manuel o el mismísimo Joan Manuel Serrat, capaces de crear composiciones como las suyas, podían dejarse enmarcar junto a gente tan zafia como el tal Willy, o de una pretendida originalidad a todas luces incomprensible como la del ínclito Miguel Bosé.
Aun sin respuesta, pero en la certeza de que, en el caso de estos sujetos, el alma y su alter ego, el corazón, no entiende de razones del hígado, y de manera especial del bolsillo, hoy me ratifico en mi pregunta. No hay ideología ni inteligencia, salvo por razones crematísticas, que justifique las aberraciones que estos individuos defienden.
Por ello, convencido de que de poco o nada serviría insistirles en lo lamentable de su error, no cabe más que felicitarles.
Felicidades Willy, “Miguelito” y compañia. No cabe duda que a fuerza de autoconvenceros, sabe Dios por qué obscenos intereses - o sí -, sin documentación ni argumentación que lo justifique, es posible mantenerse en la más miserable y falsa de las posiciones.
La pena y con toda seguridad la pregunta que cualquier persona en su sano juicio se hace, o debería hacerse, es por qué ante personajes de esta calaña aún existen seguidores, en su jerga “fans”, que los apoyan y siguen, sin importarles lo que todos y cada uno de ellos representan en la sociedad como “personas”.
Puedo entender que sus cerebros no den para más. Pero, ¿sus estómagos tampoco?

Felipe Cantos, escritor.

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