Con la venia, señoría. (Novela de 592 páginas. Publicada en 1998).
“Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno”. Esta frase, de Jorge Luis Borges, se convierte en el santo y seña de Fermín Santos, protagonista sobre el que gira esta historia, escrita sobre la base de hechos y personajes reales. El autor se adentra en la difícil tarea de encontrar respuestas a las razones que impulsan al protagonista a comportarse de manera dispar y, en ocasiones, distante de sus propias convicciones. Los eternos valores morales sobre la vida y la muerte, directamente enfrentados con valores tan materiales como la propiedad privada y las finanzas bancarias son consolidados mediante la representación del bien y del mal y encarnados, según su juego, en todos y cada uno de los personajes que deambulan, con mayor o menor fortuna, a lo largo de la novela y centrados de manera singular en dos de ellos: Yasmina y Kuya.
Tres son los elementos principales que el autor maneja como base de la narración: El Amor, como indiscutible sentimiento capaz de conseguir mover y conmover al ser humano y que este realice lo que por otras motivaciones jamás sería capaz. La justicia, virtud de escaso relieve y concepto desgraciadamente abstracto y que tan fácilmente es hoy desplazado y sustituido por otros valores de intereses, aunque injustos, más deseados por el hombre. La venganza, indiscutible sensación de satisfacción, como compensación de una injusticia mal reparada. Los tres son la piedra angular que dan vida a la presente obra en la que, con toda seguridad, el lector se verá en más de una ocasión claramente reflejado.
“Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno”. Esta frase, de Jorge Luis Borges, se convierte en el santo y seña de Fermín Santos, protagonista sobre el que gira esta historia, escrita sobre la base de hechos y personajes reales. El autor se adentra en la difícil tarea de encontrar respuestas a las razones que impulsan al protagonista a comportarse de manera dispar y, en ocasiones, distante de sus propias convicciones. Los eternos valores morales sobre la vida y la muerte, directamente enfrentados con valores tan materiales como la propiedad privada y las finanzas bancarias son consolidados mediante la representación del bien y del mal y encarnados, según su juego, en todos y cada uno de los personajes que deambulan, con mayor o menor fortuna, a lo largo de la novela y centrados de manera singular en dos de ellos: Yasmina y Kuya.
Tres son los elementos principales que el autor maneja como base de la narración: El Amor, como indiscutible sentimiento capaz de conseguir mover y conmover al ser humano y que este realice lo que por otras motivaciones jamás sería capaz. La justicia, virtud de escaso relieve y concepto desgraciadamente abstracto y que tan fácilmente es hoy desplazado y sustituido por otros valores de intereses, aunque injustos, más deseados por el hombre. La venganza, indiscutible sensación de satisfacción, como compensación de una injusticia mal reparada. Los tres son la piedra angular que dan vida a la presente obra en la que, con toda seguridad, el lector se verá en más de una ocasión claramente reflejado.