23 enero 2009

Dime con quien andas y…


Al hombre (pueblo) inculto, fuera de la primera novedad, nada le aprovecha. Francisco Giner de los Ríos.

Que difícil resulta en ocasiones contenerse para no traspasar los límites de la cortesía más elemental. Imagino que ustedes, como yo, más de una vez se habrán encontrado con situaciones merecedoras de la denuncia más abierta, sino del desprecio más absoluto, ante la flagrante evidencia de una situación intelectualmente insostenible.
Intentando dejar al margen, por un momento, lo que de peligroso pueda suponer la gobernabilidad de una nación en manos de un inculto charlatán y poco formado “personaje” – hoy podemos presumir de tener en España uno de los máximos exponentes de esta nueva generación de “lideres” -, aún resultará más deprimente, desde la más simple reflexión, las consecuencias piramidales emanadas de este.
El personaje en cuestión, conocedor de sus limitaciones, procurará rodearse de sujetos - y “sujetas”, según la “académica” Bibiana Aido - que, lejos de hacerle la menor sombra, engrandezcan de algún modo su ya, de por si, limitada personalidad.
No siendo la citada Bibiana la única del gabinete gubernamental, lamentablemente, merecedora del pleno reconocimiento por sus innumerables e incomprensibles declaraciones, todas ellas desafectas de una mínima formación académica e intelectual, justo es que, desaparecida la “entrañable Maleny”, le otorguemos por derecho propio el primer puesto en el cuadro de honor.
Y es que cuando se deja en manos de incultos, degenerados e indigentes intelectuales los destinos de una nación, esta, ya de por si deprimentemente embrutecida, al ser la responsable del ascenso al poder de semejantes personajes, sin duda alguna alcanzará un nivel de degradación que difícilmente será recuperable en décadas.

Felipe Cantos, escritor.

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