23 enero 2009

La miseria de una ideología decadente.


“La miseria del pueblo español, la gran miseria moral está en su chabacana sensibilidad…” Ramón María del Valle Inclán.

Hace algunas semanas pude escuchar a un dirigente de la izquierda madrileña decir lo siguiente: “¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?”. Poco cabe decir del impresentable: él sólo se descalificó. Sin embargo, créanme, aún estoy intentando reponerme de la impresión.
Y no porque a estas alturas uno pueda sorprenderse aún de algo, en lo que se refiere a la política y los sicarios que la practican. Son de sobra conocidas las formas burdas y soeces de quienes en los últimos tiempos, buscando un agujero en el que medrar, se han dedicado y se dedican a la práctica de tal actividad. Es, sencillamente, por la escasa reacción de a quienes iba dirigido el insulto.
He de confesar que, dada la enorme miseria y putrefacción en la que se mueve el mundo de la política, salvo contadas ocasiones, he preferido pasar de cualquier tipo de manifestación, a favor o en contra, de cuanto pudiera pretender contarme un partido político. De manera especial así lo manifesté días antes de las elecciones generales del 9 de marzo, en mi artículo “Las próximas elecciones en España: entre lo esperpéntico y lo siniestro”, publicado el 17 de enero de este mismo año. En síntesis, me siento al margen, escasamente aludido por el despreciable exabrupto del “muy listo” Pedro Castro, a la sazón, Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias.
Y ello, pese a que, adivinando la ruina que se avecinaba en todos los terrenos de la vida española – social, financiera, laboral y demás –, lamentablemente hoy confirmada, sugerí, sin demasiado entusiasmo, votar a la alternativa representada por el PP del señor Rajoy.
Pero de lo que no he podido abstraerme es de sentirme ofendido, y aún más preocupado, como ciudadano del mundo libre, ante las formas en que, en las últimas décadas, ha derivado la actividad de la “política”. De manera especial la española.
Apoyados, no sé bien en que derechos adquiridos como “políticos de izquierdas” la casta, que no la clase, que sustenta esa falsa y trasnochada ideología del “todos iguales… de mal”, se permiten cometer los más execrables actos y las más despreciables declaraciones para conseguir, ellos sí, mantener un estatus social que jamás podría haber obtenido de ejercer cualquier actividad profesional, mínimamente honrada, al margen de la política.
Así, alejándonos del caso del “señor” Pedro Castro, que no pasa de ser una lamentable anécdota, nos encontramos, principalmente desde las mal llamadas “filas de la izquierda”, a “personajes” que teniendo responsabilidades de gobierno nos muestran cada día la cara más deprimente de su indigencia intelectual y, seguramente, miseria moral.
Las recientes declaraciones de quien fuera portavoz del Gobierno Socialista la pasada legislatura, Fernando Moraleda, hoy “simple” diputado del Psoe, tampoco tienen desperdicio o, si lo prefieren, son justamente eso, bazofia para alimentar a los cerdos.
El personaje en cuestión, tras de un rifirrafe con un diputado de la oposición, en un contencioso que no viene al caso extendernos aquí, sobre la conveniencia de tener más de dos hijos - impropio de seres civilizados según la ortodoxia de la izquierda más radical - a través de un férreo control de la natalidad, eso que los “modelnos progres” han dado en llamar eufemísticamente “planificación familiar”, se permitió acabar la polémica como en la izquierda es habitual cada vez que esta alcanza el poder: “Pues si quieres tener más de dos hijos, - y ello te provoca mayores costos en tu estructura familiar - te jodes”.
Entrañable, francamente entrañable en quien ha ostentado diversos cargos institucionales, sin que, salvo su afiliación a partidos políticos y centrales sindicales, jamás ha mostrado mérito alguno. Baste recordar el espantoso ridículo como Secretario General de Agricultura ante la Unión Europea. No se recuerda mayor fracaso en los resultados obtenidos en unas negociaciones.
Lamentablemente no es el único caso que se nos ofrece. Si decidimos ampliar el abanico, la lista sería interminable. De manera que para no provocar una úlcera en el ya castigado estómago de los ciudadanos, o agravar su irremediable depresión me limitaré a recordar algunos ejemplos: Magdalena Álvarez, la sola mención de su nombre nos evoca la personificación de la incompetencia con ademanes de “chuleta” andaluza; el señor Moratinos, más conocido con el sobrenombre de “desatinos”, vaya usted a saber por qué, ¿tal vez por sus aciertos en nuestra política exterior?; Rubalcaba y sus adláteres Cándido y Bermejo, maestros – da risa – en convertir lo blanco negro y tratar de hacernos comulgar con ruedas de molino y, dejando en el camino infinidad de otros nombres, cerraremos la lista de momento, con esa “adormidera” experta, dicen, en economía llamada Solbes. Pedro para más señas.
Todos ellos, capitaneados por esa lumbrera llamada Rodríguez Zapatero. Experto en casi nada e inútil en, prácticamente, todo. Repásese, además de sus constantes mentiras, sus declaraciones en todos los campos posibles: economía, política social, inmigración, terrorismo, seguridad, etc.
Pero siendo grave en si misma la situación, aún es peor observar a una sociedad que parece anestesiada ante estos hechos y cuanto sucede a su alrededor, y continúa sin dar muestras de reacción alguna. ¿Puede alguien entender lo que está sucediendo en España para que el común de los españoles haya perdido el sentido común y continúe votando a personajes de este nivel?
Esto sólo puede entenderse bajo la óptica de quienes desarrollando sus más bajos instintos, la izquierda representada actualmente por el psoe es un buen ejemplo, dirige, conscientemente y sin escrúpulo alguno, sus cínicos mensajes a un numeroso grupo de ciudadanos carentes de formación cultural y del más mínimo nivel intelectual, lo que les permite obtener el poder al precio que sea.
De manera que hemos de ser nosotros, todos aquellos que sin interés en significación política alguna que nos inspire, ni nos guíe – tanto nos da galgos o podencos, al fin y al cabo todos perros – quienes nos podamos permitir el lujo de preguntarnos con toda razón aquello de “Pero, ¿cómo es posible que todavía queden en España descerebrados que voten al Psoe?
En cuanto a lo que se refiere al pp, ese partido – nunca mejor dicho lo de “partido” – que pretende y promueve un radical cambio en su estrategia de oposición, decirle que si su cacareada nueva imagen consiste en cambiar las vestimentas convencionales por tules, gasas y vaporosas sedas que permitan ver con mayor detalle sus interioridades – fotos de Soraya Sáez de Santamaría - a fe que lo ha conseguido.
Y es que cuando se ha tolerado, no logro entender por qué, que el poder lo alcancen gente sin escrúpulos, indigentes intelectuales, pervertidos e indocumentados, es comprensible lo que está sucediendo.
Más, es evidente que no podemos culpar a nadie, es fruto de nuestra irresponsable desidia.

Felipe Cantos, escritor

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